domingo, 7 de junio de 2009

Filosfía

Realidad Social vs. Etica y Moral

La mayoría de los hombres en la actualidad, nos encontramos inmersos en una sociedad sistemática y cuadriculada; atados a una serie de normas y códigos morales que en ocasiones cohíben el desarrollo de nuestra libertad y nuestra “naturaleza humana” constituyendo constantemente esa exclusiva cultura que “nos identifica”; una aparente variedad de costumbres, tradiciones y posibilidades de vida que teóricamente facilitan el desarrollo de nuestra individualidad, pero que en realidad, se encarga de moldearnos a su antojo y de conformar una sociedad en su mayoría, guiada y direccionada por despóticos patrones de vida que nos manipulan, nos unifican y nos convierten en una desagradable “masa” carente de algún sentido.

Ha sido a través de la historia, la astucia e inteligencia de algunos hombres la encargada de determinar tal situación, pues ellos, imponiendo sus requisitos, necesidades e intereses particulares, han creado dichas estructuras, sistemas sociales y patrones culturales, pisoteando y opacando los requerimientos de otros; estas circunstancias pueden corroborar los planteamientos antropológicos de algunos filósofos, los cuales radican en la concepción del hombre como ser imponente, dominante, “tirano”, y “depredador” por naturaleza.

Debemos resaltar en este contexto, ciertas organizaciones sociales (usualmente denominadas rudimentarias) que, desarrolladas en un espacio y tiempo diferentes, logran aun sobrevivir al desarraigo y a la imposición cultural iniciada por parte de los europeos y transmitida con el paso de los años, a los exóticos territorios del nuevo continente.

La actual existencia de dichas organizaciones nos permite diferenciar presupuestos éticos y códigos morales, de un lado, se ubican las comunidades indígenas ancestrales Wayuu, quienes profesan la hermosura y sabiduría de la naturaleza y la armonía y la mística del universo, por otro lado, se encuentra la mayoría de la población colombiana (de la cual hacemos parte) que se rige por presupuestos basados en las vivencias y el consumismo de las grandes metrópolis.

Ciertas características culturales de los Wayuu difieren en gran medida de los presupuestos éticos y los códigos morales de la sociedad convencional como: la organización matrilineal, el imprescindible respeto por la naturaleza, la autoridad tradicional y sistema autóctono de la administración de la justicia en la que se destaca el “palabrero” (quien resuelve los conflictos entre los diferentes clanes), la posibilidad de los hombres de tener varias esposas, el valor “material” que tienen las mujeres a la hora de contraer matrimonio, la presencia de personajes sabios y experimentados con el poder de curar, su comunicación con los espíritus y el valor de la muerte como etapa fundamental en la búsqueda de la felicidad plena.

En este orden de ideas, encontramos que la filosofía propia de la etnia Wayuu comparte, en cierta medida, algunas ideas y planteamientos que ya algunos importantes hombres, dentro de la historia de la filosofía, se habían planteado. Algunos de ellos enunciados en el párrafo anterior, evidencian similitudes de pensamiento y actitud ante etapas de la vida, como es el caso de la muerte. La ética estoica planteaba hace siglos que la felicidad solo era posible alcanzarla al aceptar la imposibilidad de transformar el destino, en este caso particular, hablamos de aceptar la muerte. A modo de comparación, los Wayuu tienen una idea similar de afrontarla, la aceptan y la reciben con cierta “plenitud”. Por otro lado, dentro de este mismo ámbito, comparten con Aristóteles el hecho de que cuando esta llega, tanto materia (cuerpo) como forma (alma) desaparecen, planteamiento que hacen similarmente los Wayuu, asegurando que después del fallecimiento de una persona y tras ciertos ritos, tanto cuerpo como alma perecen y no tienen vuelta atrás.

En cuanto a su orden social y político, la similitud de esta comunidad con ciertos planteamientos Platónicos también se hace visible. En la filosofía platónica, las mujeres gozan de cierta igualdad respecto al hombre dentro de lo que respectaba a la polis. Lo mismo sucede en esta comunidad, donde no solo comparten privilegios y derechos hombres y mujeres, sino que el “poder” radica en las segundas. También planteaba Platón que el hombre más sabio debía encargarse de las decisiones más importantes en la polis, cosa que a pesar del poderío femenino en la comunidad Wayuu se respetaba, pues en el más sabio del clan radican las decisiones y consejos más trascendentales para la población.

Ahora, volviendo con el tema de la cultura Wayuu, su incidencia en los códigos morales de la comunidad y la diferenciación de todo ámbito generada en cuanto al resto de nuestro país, es claro que dichas discrepancias, responden a construcciones históricas en condiciones espacio - temporales totalmente diferentes; las cosmovisiones y concepciones del ser y su comportamiento en sociedad no son compatibles en muchos casos; esta situación, no debe generar juicios o la determinación de algo (en una u otra cultura) como bueno o malo; como correcto e incorrecto, por el contrario, debe encontrarse la armonía y la belleza en la diferencia misma, identificarse lo diverso en el actuar del hombre, y considerarse la posibilidad de que en algún momento, la naturaleza “depredadora” del hombre, previamente mencionada, genere la supresión de una cultura a partir de la imposición de la otra. Esta condición, nos permite caracterizar la ética y la moral en cualquier cultura y en cualquier lugar, como una construcción del hombre a partir de sus intereses y necesidades y por ende como una cuestión totalmente subjetiva e inaceptable por la naturaleza y las leyes universales.


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